(Tomada de Wikipedia)
"Hace tan solo cincuenta o sesenta años los samuráis hacían sus abluciones cada mañana, se afeitaban la cabeza y perfumaban su moño. Seguidamente, se cortaban las uñas de manos y pies, las limaban con piedra pómez y las pulían, en fin, con la hierba Kogane. Jamás mostraban el menor signo de pereza para hacer esto y siempre se cuidaban mucho de estar aseados.
El samuray comprobaba seguidamente su sable largo y su sable corto, para asegurarse de que no les afectara la herrumbre. Les quitaban el polvo y los limpiaban para que reluciesen.
Tomarse tanto cuidado por las apariencias pudiera considerarse una manifestación de fatuidad, pero esta costumbre no se debe simplemente a una inclinación por la elegancia o lo novelesco. En cualquier momento se le puede llamar para que libre una dura batalla; y si encuentra la muerte en un estado de descuido personal, será prueba de que ha relegado sus buenas costumbres y se hará merecedor del desprecio del adversario. Por eso, tanto los viejos como los jóvenes samuráis se cuidan mucho de su atuendo. Tal comportamiento puede parecer una pérdida de tiempo, o una ocupación muy trivial, pero forma parte de la vida de un samuray.
En realidad, todo ello requiere menos tiempo y esfuerzo del que parece. Si un samuray está dispuesto a morir, debe pensar que ya está muerto; si es diligente en su servicio y se perfecciona en las artes militares, jamás se cubrirá de vergüenza. Pero si se pasa el tiempo haciendo solo lo que le place, se verá deshonrado en el momento de la prueba. Y ni siquiera será consciente de su propio deshonor. Si nada le importa, excepto el hecho de no ponerse en peligro y de sentirse feliz, se dejará llevar de forma vergonzosa hacia un estado verdaderamente lamentable.
Es seguro que un samuray que no está preparado para morir, morirá de muerte poco honorable.
Pero desde el momento en que consagra su vida a preparar su muerte, ¿cómo podría tener un comportamiento deleznable? Deberá pensar seriamente en esto y, en consecuencia, adecuar su conducta a tal fin.
En estos últimos treinta años las cosas han cambiado mucho. En nuestro tiempo, cuando se reunían los jóvenes samuráis, se hablaba de dinero, de beneficios y pérdidas, de la forma de gobernar la casa, o del criterio necesario para saber juzgar el precio de una indumentaria, y se intercambiaban frases picarescas. Si surgía cualquier otro tema, se estropeaba el ambiente y todos se sentían incómodos. Pero ¡a qué lamentable estado han llegado las cosas! Entonces, a la edad de veinte o treinta años, un hombre no pensaba en absoluto en cosas materiales o poco delicadas, y tampoco hablaba de ellas. Si, por casualidad y en su presencia, los hombres de edad madura dejaban escapar de sus labios alguna expresión inadecuada, ese joven se sentía tan afectado como si hubiera recibido una herida física.
La tendencia actual parece que se ha contaminado de lo que los tiempos modernos consideran el máximum: el lujo y la ostentación. Solo el dinero tiene importancia.
Es algo manifiesto que si los jóvenes no tuvieran ese gusto por el lujo, incompatible con su situación, desaparecería tal equivocada actitud.
Por otro lado, alabar como ricos en recursos a los jóvenes que muestran una disposición sobria y económica, es algo totalmente deleznable. La frugalidad equivale a la falta de sentido del 'GIRI', u obligaciones sociales y personales. ¿Es necesario que añada que un samuray que olvida sus obligaciones con los demás es un ser indigno, despreciable y sin temple?"
Yamamoto Tsunetomo (1659-1719)
HAGAKURE (1710-1717)
Esta edición del Hagakure fue publicada por EDAF (por acuerdo con Guy Trédaniel Éditeur) en 2000. El autor figura como Jocho Yamamoto. La traducción -una de las más acertadas que he podido encontrar- es de Mario Lamberti.