Bienvenida al mundo, Anuskis.
33. EL NIÑO COMO PROTAGONISTA
-Había una vez un niño que se llamaba Carlitos.
-¿Como yo?
-Como tú.
-Era yo.
-Sí, eras tú.
-¿Qué hacía?
-Ahora te lo cuento.
En este diálogo clásico entre madre e hijo, se encuentra la primera explicación de ese maravilloso "imperfecto" que los niños usan para comenzar un juego:
-Yo hacía de policía y tú te escapabas.
-Tú gritabas...
Es como un pequeño telón que se abre al comienzo del espectáculo. En mi opinión, viene en línea directa del imperfecto con que comienzan los cuentos: "Había una vez..." [...]
Todas las madres suelen contarle al niño historias cuyo protagonista es él mismo. Esto corresponde a (y satisface) su egocentrismo. Pero las madres lo aprovechan con fines didácticos...
-Carlitos era un niño que tiraba la sal... que no quería tomar la leche... que no quería dormirse...
Es una lástima adoptar el imperfecto de los cuentos y de los juegos con un fin sermoneador e intimidatorio. Es casi usar un reloj de oro para hacer hoyos en la arena.
-Carlitos era un gran viajero, daba la vuelta al mundo, veía a los monos, a los leones...
-¿Y al elefante lo veía?
-Al elefante también.
¿Y a la jirafa?
-A la jirafa también.
-¿Y al borriquillo?
-¡Desde luego!
-¿Y después?
Así me parece mucho mejor. El juego es mucho más fructífero si lo utilizamos para poner a los niños en situaciones agradables, para hacerles realizar empresas memorables, para presentarles un futuro de satisfacciones y compensaciones, contándoselo como un cuento. Sé muy bien que el futuro no será casi nunca feliz como un cuento. Pero no es esto lo que importa. Por el momento, hace falta que el niño haga reserva de optimismo y de confianza para enfrentarse con la vida. Y así, no descuidamos el valor educativo de la utopía. Si no confiásemos, a pesar de todo, en un mundo mejor, ¿por qué razón iríamos al dentista? [...]
Gianni Rodari (1920-1980)
Gramática de la fantasía (1973)
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