5 de mayo de 2009

Cambio


Ex nihilo nihil fit.


En filosofía, el cambio se define como "la cualidad del flujo y lo contrario a la permanencia". La permanencia representa, por contra, la duración firme de un estado, su constancia, perseverancia, estabilidad o inmutabilidad.

La propia filosofía surge cuando el ser humano, buscando una explicación a los fenómenos de la naturaleza, comienza a prescindir de los mitos para apoyarse sobre todo en la razón. Se trata de un gran ejemplo de cambio: un proceso crítico, transformador, paulatino. No obstante, el hecho de haber dado ese gran paso -de lo mítico a lo racional, de la mitología a la verdad comprobada, del mito al logos- no ha logrado erradicar aún las diferentes interpretaciones religiosas del mundo, evidentemente mayoritarias. ¿Puede hablarse entonces de cambio? Creo que sí, siempre que el cambio sea entendido como un proceso, y no como su culminación.

Según Heráclito, El Oscuro de Éfeso, el logos es "la inteligencia que dirige, ordena y da armonía al devenir de los cambios que se producen en la guerra, que es la existencia misma". El filósofo griego utilizaba el logos como unidad de la realidad, del mismo modo que en física la unidad de la acción es el julio · segundo.

"ποταμοις τοις αυτοις εμβαινομεν τε και ουκ εμβαινομεν, ειμεν τε και ουκ ειμεν τε." ("En el mismo río entramos y no entramos, pues somos y no somos"). Y cito ahora textualmente de la entrada correspondiente a Heráclito en la wikipedia: "El fragmento (citado con frecuencia erróneamente como no se puede entrar dos veces en el mismo río, siguiendo a la versión que da Platón en el Crátilo) ejemplifica la doctrina heraclítea del cambio: el río -que no deja de ser el mismo río- ha cambiado sin embargo casi por completo, así como el bañista. Si bien una parte del río fluye y cambia, hay otra (el cauce, que también debe interpretarse y no tomarse en un sentido literal) que es relativamente permanente y que es la que guía el movimiento del agua. Algunos autores ven en el cauce del río el logos que 'todo rige', la medida universal que ordena el cosmos, y en el agua del río, el fuego [principio natural del que, según Heráclito, procede el mundo]. A primera vista esto puede parecer contradictorio, pero debe recordarse que Heráclito sostiene que los opuestos no se contradicen sino que forman una unidad armónica (pero no estática)."

"Su filosofía se basa en la tesis del flujo universal de los seres: 'Panta rei' (πάντα ρει), todo fluye. El devenir está animado por el conflicto: 'La guerra (pólemos) es el padre de todas las cosas', una contienda que es al mismo tiempo armonía, no en el sentido de una relación numérica, como en los pitagóricos, sino en el de un ajuste de fuerzas contrapuestas, como las que mantienen tensa la cuerda de un arco. Para Heráclito el arjé es el fuego, en el que hay que ver la mejor expresión simbólica de los dos pilares de la filosofía de Heráclito: el devenir perpetuo y la lucha de opuestos, pues el fuego sólo se mantiene consumiendo y destruyendo, y constantemente cambia de materia. Ahora bien, el devenir no es irracional, ya que el logos, la razón universal, lo rige: 'Todo surge conforme a medida y conforme a medida se extingue'."

Aunque Heráclito es efectivamente el padre de la teoría cosmológica del eterno retorno, la idea que la mayoría posee de tal concepto procede a menudo de los trabajos de Nietzsche. Sin embargo, lo que en Heráclito refiere a una pura visión cíclica del tiempo, en Nietzsche implica que los acontecimientos se guíen por estrictas reglas de causalidad; no se trata ya de ciclos ni de nuevas combinaciones en otras posibilidades, sino que los mismos acontecimientos (al igual que los pensamientos, sentimientos e ideas) se vuelven a repetir en el mismo orden, tal cual ocurrieron, sin ninguna posibilidad de variación.

En cualquier caso, de todo ello extraemos que, así como nada surge de la nada, tampoco es posible el cambio sin la permanencia. Y que nosotros, los seres, no somos capaces de actuar sobre el devenir, que es un aparente nudo cíclico, pero sí sobre el ajuste de fuerzas contrapuestas de las que habla Heráclito, rompiendo el equilibrio.

Es precisamente en época de guerra (entendida como crisis, pólemos) cuando las sociedades cambiamos. Porque cambiar, lo que se dice cambiar, cambiaremos -eso seguro. El cambio es el devenir; las fuerzas contrapuestas, el progreso y la regresión. El cambio es el río; son los bañistas los que pueden decidir evolucionar o involucionar.

Evolucionemos, Bubu. Evolucionad todos.

Un abrazo,


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