El Rey Campesino (ilustración de Marta Chicote Juiz)
Bienvenidos de nuevo.
Era una familia humilde. Y su madre le dijo un día:
Bienvenidos de nuevo.
Cada vez que me sumerjo en el mar de las mentiras, de los cuentos e historias populares, suelen sobrevolarme, tarde o temprano, aquellas fábulas divertidísimas que contaba (y muy bien, por cierto) mi abuelo Alejandro Furrique.
Recuerdo con especial cariño una de ellas: la que hablaba sobre un personaje llamado Pedro Catorce y acerca de su lacónico tropiezo con el mismísimo diablo. Pues bien, investigando un poco acerca del origen del personaje, me he topado -que no es lo mismo que encontrarse- con una extraña variante del cuento del hombre fuerte, recogida a Juana López por las hermanas Ana Vanessa y Silvia Chumillas en Mula (Murcia), y protagonizada por un tal Pedro Catorce. Aunque el cuento difiere sustancialmente de aquel que solía narrar mi abuelo, es la única referencia al personaje que he podido localizar.
Todo el texto ha sido extraído de un artículo publicado por Ángel Hernández Fernández en la revista electrónica Culturas Populares. Podéis encontrar el correspondiente enlace al final de esta entrada.
Pedro Catorce
Pedro Catorce
Había una vez una mujer que estaba embarazá y no daba a luz. Pasaban los meses y los años y, por fin, a los catorce años dio a luz un niño que nació grande, fuerte y con barba. Y le pusieron por nombre Pedro Catorce.
Era una familia humilde. Y su madre le dijo un día:
-Hijo, te tienes que ponel a servil.
Y entonces se enteraron que había un campesino que estaba buscando un trabajador. Y le dijo el campesino que se fuera con él a labrar con las vacas. Y Pedro Catorce le dijo:
-Bueno, vamos a ajustal lo que me tienes que pagal... ¿Te parece bien la manutención y que cuando me vaya darte una patá en el culo?
Entonces el jefe se puso contento y pensó:
"Bueno, qué bien: me va a salil barato."
Y dijo ya fuerte:
-Mañana bien tempranico te quiero aquí.
Pedro Catorce estaba allí a la hora acordá y enganchó las vacas al arao y empezó a labrar. Llega la hora del almuerzo y con la criada que tenían le manda el almuerzo normal pa una persona. Y le dice Pedro Catorce:
-¿Pos qué es lo que me traes?
-Pos un almuerzo.
Y dice Pedro Catorce:
-Yo me he ajustao aquí por la manutención y no es para pasal hambre. Dile a tu jefe que luego me traiga una olla llena, grande, de recao para comel, que yo así con esto no como ná.
Bueno, entonces se lo dice a la jefa y a la hora de comer la criada le trae comida como para seis o siete. Y él otra vez le dice:
-Esto no es ná pa mí. Dile que me haga una arroba de patatas, diez kilos de arroz, diez kilos de garbanzos, diez de alubias: tó eso juntico.
Y la criada le dice a la jefa:
-Mira, que me ha vuelto a decil que es poca.
Y le dice la jefa:
-¡Madre mía, que nos va a arruinal!
Pedro Catorce siguió labrando. Entonces pasó por allí un gigante y le dijo que se iba a un torneo a Madrí y que si él aprovechara se iba con él. Y dice Pedro Catorce:
-¿Qué tengo yo que hacel?
Y dice el gigante:
-Mira.
Entonces cogió el gigante el caballo con el que Pedro Catorce estaba labrando y lo levantó parriba de una patá. Y dice Pedro Catorce:
-¿Eso es lo que tú haces? Eso lo hago yo.
Entonces cogió la vertedera del arao y levantó a las dos vacas con el arao parriba. Entonces dice el gigante:
-Sí, sí aprovechas, sí...
Y se fueron los dos al torneo. Y allí habían caballos y toros, y sale el gigante y levanta un caballo parriba y tó el mundo aplaudiendo, echándole dinero, haciendo palmas... Y enseguida le tocaba a Pedro Catorce; y le echaron un toro mu grande, de muchos kilos, y toda la gente decía:
-¡Lo va a matal! ¡El toro lo mata!
Entonces se va Pedro Catorce pal toro y el toro pa él, y Pedro Catorce lo agarra por los dos cuernos y lo jarra por la mitad y se queda con medio toro en cada mano. Y la gente ya ¡unos palmeríos!, y echándole ya dinero que pa qué.
Y tó eso salió en los periódicos y su ama lo vio, y ya llorando asustá por la patá que le iba a dar a su marío. Y dice el marío:
-No te preocupes, ya verás cómo ya lo mando a hacel cosas y no me hace ná.
Cuando acaba el torneo, dice Pedro Catorce:
-Yo me tengo que il a cumplil con mi jefe.
Y tiran por un camino mu largo, mu largo y entonces se les hunde el caballo en un bujero. Y prueba a sacarlo el gigante y no puede. Y entonces coge Pedro Catorce de un brazo y lo saca y se hace un bujero mu grande. Y dice el gigante:
-Vámonos de aquí.
Y dice Pedro Catorce:
-No, yo voy a bajal a vel lo que hay.
Y había un mágico de esos y les da una vara mágica y les dice:
-Pa subil arriba del bujero le decís a la vara que os suba parriba y os sube; y si queréis le podéis pedil otras cosas.
Y entonces se lo dicen y suben. Y luego dicen:
-¿Qué le podemos pedil?- Y dicen:
-Pos vamos a pedirle una mujel mu guapa y joven.
Entonces le piden a la vara una. Y dice el gigante:
-Ésta es para mí.
Y dice Pedro Catorce:
-Pos yo voy a pedil otra pa mí.
Y se la trae todavía más guapa y más joven. Y dice el gigante:
-Bueno, me voy. Lo que pasa es que este caballo está mu viejo, así que voy a pedil uno negro y feroz.
Y se lo pide y se monta en el caballo nuevo con la mujer y se va, y Pedro Catorce se queda con la otra mujer y con el otro caballo. Y dice:
-¿Pa qué quiero yo a la mujel?
Y la deja en una taberna y se va a ajustar cuentas con su amo. Y llega allí y primero echa por el bancal por ver si estaban las vacas, pero como no estaban se va a la casa y allí le dice el jefe:
-Tengo un trabajo para ti: tienes que il al fin del mundo en un barco pa que te den una herencia de mi tío.
Y el jefe ya había acordado antes con los marineros que cuando estuvieran en medio del mar tiraran a Pedro Catorce.
Cuando estaba en el barco vio a los marineros hablarse al oído y empezó a recelar. Y se lió a tirar a los marineros y se quedó solo en el barco. Y entonces se fue otra vez pa la casa de su jefe y dice:
-¿Pa qué me voy a dejal yo aquí el barco si sirve pa leña pal horno o pal fuego de la lumbre?
Y se lo cargó al hombro y se lo llevó. Y cuando lo vieron llegar con el barco, dice la mujer:
-¡Madre mía! ¡Cuando te pegue la patá te va a matal!
Y dice el marío:
-No te preocupes. Si le voy a dal otro trabajo...
Y entonces le dice:
-Haz un pozo mu profundo de no sé cuantos metros.
Y dice Pedro Catorce:
-Venga, prepara el material.
Y hacen el bujero y él se mete al fondo y se espatarra. Y venga a tirarle piedras, cemento y yeso pa enterrarlo, pero él las colocaba mu deprisa y no le enterraban. Y enseguida llega arriba con el pozo terminao; y entonces le dice a su amo:
-¿Qué más tengo que hacel?
Y le dice el amo:
-Ya he hecho tó lo que he podío pa librarme de ti y no he podío, así que dame la patá en el culo y ya está.
Y dice Pedro Catorce:
-No se la voy a dal mu fuerte.
Y se la da y sale volando y rompe siete cielos, y todavía no ha bajao. Y colorín colorao, el cuento se ha acabao.
No hay comentarios:
Publicar un comentario